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  • Foto del escritorAyahuasca y Psicoterapia

EL CHAMAN EN EL TRABAJO CON AYAHUASCA

Actualizado: 28 oct 2020


La ayahuasca se utiliza tradicionalmente en sesiones grupales, dirigida por un maestro entrenado. Por el estímulo sensorial que suscita, se realiza en lugares tranquilos, de noche, donde haya menores estímulos visuales y sonoros. Dura de 3 a 5 horas en promedio.


El maestro, curandero o chaman juega un papel esencial en la modulación de la dinámica de los efectos de la ayahuasca.

No es un simple convidador que sabe cocinar la mezcla sino un agente esencial de regulación de la sesión, en sus aspectos tantos colectivos como individuales. Para ello, el maestro sigue un largo proceso de formación que se apoya básicamente en la autoexperimentación con sus propios maestros. La enseñanza no es de tipo verbal ni académica sino que pasa por la vivencia personal que supone la confrontación directa con su propio mundo interior. Se trata de un proceso de iniciación que se asemeja más a la formación psicoanalítica que a la enseñanza médica en un aula o un laboratorio. El cuerpo del aprendiz es su propio laboratorio, su “lugar” de experimentación. En términos más académicos se diría que la formación académica apela más a las funciones racionales del hemisferio izquierdo del cerebro (llamadas epicríticas) mientras la iniciación chamanica estimula las funciones trans-racionales del hemisferio derecho (llamadas melódicas). El uso lineal del pensamiento y de la palabra predominante en el mundo occidental cede lugar a un pensamiento analógico y una palabra metafórica. En otros términos, la ciencia moderna se apoya en una epistemología de la objetividad mientras la sabiduría ancestral apela a los conocimientos profundos e intuitivos de la subjetividad. Ambas funciones no se oponen sino que se complementan útilmente: los problemas pueden surgir de la tendencia hegemónica de una sobre la otra. El conocimiento subjetivo tiende a ser desvalorizado por el pensamiento moderno cuando lo presenta como fantasioso o poco riguroso, reservado a artistas o locos. En los años sesenta y setenta se planteó así regularmente que el chamán era un ser asocial con tendencias esquizofrénicas o psicóticas. Nadie hoy en día defiende esta tesis, resultante de la ignorancia y análisis distanciado de la realidad. De hecho, la tendencia a la estandarización y universalización del paradigma moderno occidental llevó a este concepto normativo del ser humano que llevó al psico-pedágogo Pierre Weil a considerar que más que la neurosis o psicosis, el problema mental contemporáneo dominante era la “normosis”. Es básicamente el hecho de la vivencia por el chamán de fenómenos extraordinarios, no comunes, no habituales, que llevó a esta calificación que el filósofo francés Michel Foucault denunció hace más de 20 años como una tendencia a la normalización y homogeneización del ser humano a través de los sistemas de contención social, en especial los sistemas penitenciario y psiquiátrico. Se reconoce hoy en día, que si bien el chamán asume una función particular, muy peculiar, no es por ello un ser humano enfermo. En los estados modificados de la consciencia que vivencia, precisamente no está disociado como el sujeto psicótico. Su arte y ciencia consisten justamente a pasar del estado ordinario de la consciencia a un estado no-ordinario, sin solución de continuidad en el pensamiento y la identidad. En la tradición amazónica, el chamán, fuera de su actividad terapéutica, lleva una vida normal, trabajando, teniendo familia, asumiendo sus responsabilidades sociales.


La capacitación dura varios años e implica la ingesta de numerosas plantas o preparados vegetales destinados a purificar cuerpo, mente y espíritu.

La purificación lleva a acceder paulatinamente a estados modificados de la consciencia que le permiten despertar funciones no racionales latentes en todo ser humano (precognición, videncia, telepatía, intuición, etc.) que usará para poder visualizar en sus pacientes la dimensión energética de su patología que se hace difícil de evidenciar desde un pensamiento racional. Es de notar sin embargo que ciertas técnicas modernas como la GDV-Kirlian permiten ahora visualizar, filmar y analizar con software adecuado las emisiones energéticas del cuerpo humano y poner en evidencia sus modificaciones en estados no-ordinarios de la consciencia. Los modelos más avanzados de la ciencia moderna, como la mecánica cuántica y la lógica postrelativista, la teoría del caos de Prygogine o los modelos de los fractales y del holograma, lejos de invalidar las afirmaciones y experiencias de la práctica médica ancestral, la confortan y abren espacios posibles a su comprensión. Las modificaciones de los estados de consciencia son naturales en los seres humanos (sueño, esfuerzo fuerte, orgasmo, etc.) así como en los animales y muchos investigadores las consideran además como absolutamente necesarias para una buena salud mental. Todos sabemos por ejemplo que impedir a una persona soñar la lleva en pocos días a disturbios mentales graves. Todas las civilizaciones, en todos los tiempos y en toda latitud se han dotado de técnicas de inducción de estados alternos de la consciencia, con o sin plantas, mediante prácticas de hiper o hipo estimulación sensorial. En la perspectiva histórica universal ahí reside la “normalidad”. Lo “anormal” del ideal de una consciencia racional, de lógica lineal, nace a partir del siglo XVI con Descartes y el racionalismo. Hace dos siglos se vuelve imperante y el positivismo acabará con el espacio de lo “imaginario” o mejor dicho su represión obligó a su censura consciente y a refugiarse en el inconsciente. Y no podemos considerar como casual que paralelamente a la desaparición de los espacios de lo imaginario, surge el fenómeno de las adicciones. De hecho, las dependencias es un fenómeno que pertenece únicamente a la civilización occidental. Durante miles de años los seres humanos han consumido sustancias psicoactivas sin que se conozca la existencia de tal fenómeno colectivo masivo de dependencia. En este hay que subrayar que la segunda mayor fuente de adicción a nivel internacional reconocida oficialmente, después del cannabis, es constituida por los fármacos: de manera paradójica la medicina occidental se ha transformado en un proveedor masivo de adicciones.


En la tradición chamanica un sujeto se vuelve chaman por diferentes vías, dominando la transmisión trans-generacional y el proceso de la enfermedad iniciática.

El en primer caso, se reconoce a un niño como especialmente dotado para asumir esta función o se escoge uno de los hijos predestinados (hijo mayor por ejemplo). Desde su más tierna edad este niño será cuidado para asumir este papel. En otros casos, el niño, adolescente o adulto manifiesta a momento dado una patología física o psicológica que le obliga a seguir un proceso curativo, y es a través de este tratamiento que el sujeto desarrolla facultades latentes y/o descubre un interés personal en el aprendizaje de esas medicinas. Muchas veces, es a través de estados modificados de consciencia, sueños o visiones, que el sujeto percibirá un llamado a esta vocación. En este sentido, no se trata de su parte de una decisión racional y personal sino de una llamada a ejercer esta función difícil y exigente, a la cual responderá de manera positiva o negativa. Es notable también que muchos curanderos no manifestaron forzosamente antes un interés en el campo de la salud o atención a los demás, el llamamiento toca personas muy diversas hasta el punto que algunos se resisten enormemente a cargar con una tarea de gran exigencia.


En el contexto de la sociedad mestiza latino-americana, es esta segunda forma de vocación que predomina. En la búsqueda de respuestas a problemas de salud física o mental que afectan a un sujeto, luego de agotar sin beneficio las vías terapéuticas convencionales, éste puede indagar en las medicinas alternativas y medicina tradicionales. Este movimiento de búsqueda personal de respuestas individuales a cuestiones existenciales conoce actualmente un crecimiento exponencial como lo atestigua la demanda enorme que nos llega cada día en el Centro Takiwasi. Si bien esta vocación es excepcional y poco frecuente en relación a la cantidad de gente que actualmente exploran los recursos de las medicinas tradicionales, aparecen vocaciones en sujetos occidentalizados inicialmente muy ajenos a la cultura amazónica, como es el caso mío.


Si muchas personas pueden fantasear sobre los aparentes “poderes” de los chamanes y tratar ingresar a esta función o en este espacio para compensar alguna baja auto-estima, rápidamente las exigencias de tal oficio les detendrá. De hecho, el trabajo energético supone un compromiso extremadamente fuerte ya que el chamán metaboliza en su propio cuerpo las “cargas” de sus pacientes. Ello se traduce en toda suerte de malestares físicos y psíquicos, disturbios del sueño, largas noches de vigilia, hipersensibilidad a estímulos exteriores (ruidos por ejemplo), fatiga extrema, vivencia de fenómenos extra-sensoriales o para-normales, etc. Para regular esas perturbaciones, el aprendiz deberá preparar su cuerpo y luego cuidarlo permanentemente mediante una dieta estricta, fases de abstinencia sexual, retiros en la soledad, tiempos de meditación-concentración-oración, ayunos, evitar frecuentar ciertos lugares o grupos de personas… Vale decir que no se trata de una tarea sencilla y de tipo recreacional sino que compromete toda la vida del chaman en cuerpo, mente y espíritu.


Informes sobre ceremonias y fechas: Cel/whats (55) 3471 1546 Vere Cedillo (mujer medicina)

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